DESPIERTA

 

Despierta, no te demores...

Al final, donde acaba el vino,

esperando, están tres flores.

Son dos rojas y una gualda.

Las tres, vacías de cariño

las tres, hartas de ver tu espalda.

(Felipe Pinto)

NATALIA

De luna compuse tus nanas,

de estrellas adorné tu cuna,

supe ver cuando llegabas, 

explosión de amor y calor humano,

que he derrochado en mi vida

para tenerte en mis brazos.

Duerme segura, mi niña,

mientras, me quedo velando.

Del Cielo te haré un pañal

que cubra tus días malos,

lo llenaré de alegría, de flores,

de aromas y azulados voladores.

Bajaré, para que nadie te dañe,

a tu lado, un coro de ángeles.

Cuando te duela la vida,

como algún día me dolió a mi,

cuando te hiera, cuando sufras,

llámame, que siempre estaré

acunándote con mimos

los que hoy te lanzo sin sentir.

Eres niña, y en mis brazos,

diminuta, ya eres Reina,

de mi vida, de mi canto,

del limpio y nuevo amanecer,

que de tu mano ha llegado

hecho caricia, amor regalado,

amor envuelto en pañales,

motivo para renacer.

Natalia, nació ayer, 9 de junio de 2015 y es la primera niña de mis actuales tres nietos.

DICHOSO

Es su cuerpo de expresión turbadora

fruta dulce, madura, incitadora;

caja de resonancia, blanco estuche,

de una voz serena y cadenciosa,

trémolo grave cual rumor lejano

de volcán en erupción, hondo y arcano;

dichoso sea el hombre que su voz escuche

decirle con inmensa pasión un "te amo"

en el instante que sus manos de princesa,

alisan ellos, sus cabellos, y él las besa.

EL SELLO DEL BESO

Muñeca delicada, deliciosa,

promesa de mujer, todo ternura,

feliz el hombre que en tus bellos ojos

pudiera mirarse hasta la hartura;

feliz si supiera, sin causar enojo,

hacer que los tuyos le miren con loca locura

y que de hondo amor, enloquecidos, giren

para que, apretados, sus abiertos labios

prueben el fuego de tus labios sabios,

expresando ambos, entre mil rubores,

el encanto inmortal de los amores.

SINFONIA PAGANA

Sobre el azul del mar Mediterráneo,

limpia, destaca tu ideal figura,

como ánfora frágil de belleza pura,

aún vírgen de velos subcutáneos.

Alzas los brazos con pereza y mimo,

como ofreciéndote al Universo, amante;

los cabellos lisos, de negror brillante,

destacan, radiantes, formando racimo.

Sobre tu pecho, dos palomas duermen, 

tensas de sueños y su pico rojo.

pide a los vientos, con febril antojo,

los besos y arrullos que del cielo prenden.

Fulge en tu vientre la armonía oscura

seda y negrura, de una flor pagana,

pórtico eterno de la vida humana

si el amor fecunda la vida más pura.

Brillan tus ojos en ardor guerrero,

del mar, las auras, con fruición aspiras,

vibras, inquieta y de ansiedad suspiras,

mientras, a él te entregas, con gesto burlero.

Ese mar que te ciñe con viril deseo,

cubre tu cuerpo, en sensual caricia,

mientras ríes, gozosa, la carnal delicia

provocándome en el alma mis paganos celos.

EL CORPIÑO DE BROCADO

Escucha, mi bella aurora,

si estuviera ya a tu lado,

con destreza soltaría

tu atractivo peinado,

te aflojaría el colgante 

y el corpiño de brocado,

buscando mi corazón,

ese que has apresado.

Y si en ti yo lo encontrara,

me sentiría ya honrado

y pagarte por ello quisiera

Lo has dejado bien pegado 

y así con él en tu pecho

nunca seré desdichado

y pasaré de amigo fiel

al mayor de los enamorados. 

 

EPIGRAMA 3

Me dicen, amigo Ramón,

que has dicho que tras el divorcio

vas a crear un consorcio

con el fin de llegar a Dios.

A la Gloria irás en pos 

y has de hacerlo divertido,

al tener ya por sabido,

que el demonio, tras el baile,

con diablura se hace el fraile

y pasa desapercibido. 

EPIGRAMA 2

Ese médico que ves,

chiquitín y desmedrado,

a las damas su cuidado

arregla en un dos por tres;

Ingrata función que es

y puede inducir al error

de pensar que siente horror

y asco de tanta inmundicia,

mas las cura con pericia

demostrándolas su amor. 

EPIGRAMA 1

Ya se que me reprocháis

que mis mejores placeres

sean siempre las mujeres 

mas mi afición envidiáis:

En parte razón tengáis

porque mucho tengo amado 

y si hoy, ya viejo, he recordado

ese afán tan permanente,

ser joven eternamente

sería en mi lo apropiado.